viernes, 3 de febrero de 2012

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siembra de maiz



Las siembras que se realizan en los últimos días de octubre y hasta el 30 de noviembre son las que presentan el mayor potencial de productividad

Manuel Abundio Barreras Soto

Múltiples evaluaciones mediante expe- rimentos de campo, análisis de información de productores y el uso de modelos de simulación en el Valle de El Fuerte coinciden en que las siembras efectuadas del 25 de octubre al 30 de noviembre son las que expresan el mayor potencial de rendimiento en los materiales utilizados en la región.

Es por esto que la mayor superficie destinada a la producción de maíz se realiza en el ciclo otoño-invierno, debido a que las temperaturas en esta época son propicias para el crecimiento y desarrollo del cultivo.

El efecto de la fecha de siembra en la producción de maíz se aprecia en la Figura 1, donde se muestra la productividad relativa, es decir, el porcentaje de rendimiento espe- rado respecto al po- tencial; se observa que antes y después de noviembre, para el norte de Sinaloa, los rendi- mientos bajan en forma paulatina, con lo que disminuyen las ganancias de los productores.

Por tanto, sólo se justifica la siembra fuera de fecha óptima cuando el interés es producir Al adelantar o retrasar la fecha de siembra se pueden perder de 20 a 70 kilogramos por hectárea de maíz al día.
elote u otro producto, por la rotación de cultivo o por razones de fuerza mayor.
Conozca las bajas por no sembrar en fecha óptima

Con el objeto de dar más claridad a la influencia de la fecha de siembra, en rendimiento y en forma económica, se hizo una estimación de la probable disminución de rendimiento conforme nos alejamos de la fecha óptima, efecto que se observa en el Cuadro 1.

Así, se tiene que, al adelantar o retrasar la fecha de siembra, se pueden perder de 20 a 70 kilogramos por hectárea (kg/ha) de maíz al día. La pérdida es mayor, cuanto más nos alejemos de la fecha óptima: adelantar o retrasar un mes y medio la fecha de siembra respecto a la fecha óptima significa perder aproximadamente 2 toneladas por hectárea (t/ha).

Los datos mostrados pueden ser menores o mayores de acuerdo al posible rendimiento que cada productor pueda obtener en cada situación, sin embargo, muestran lo importante que es el factor fecha de siembra para mejorar la produc- tividad del maíz, al ser un factor que no cuesta, pero que requiere pro- gramación para reali- zarse con oportunidad.

Escuela Superior de Agricultura del Valle de El Fuerte de la Universidad Autónoma de Sinaloa.

el tractor mas rapido

esperiencia al crear el blog

1:me parecio algo muy interesante y divertido y ps una muy buena herramienta de trabajo

2:aprendi a trabajar en el blog y sus herramientas de trabajo

3: me gustaria seguir utilizandolo y espero aserlo ;)

martes, 31 de enero de 2012

HISTORIA DEL TRACTOR



La evolución de la maquinaria agrícola en el siglo XX ha sido tan espectacular que, de los tres grandes avances habidos a lo largo de la historia de la maquinaria agrícola, dos de ellos podemos considerar que marcan el comienzo y el fin del siglo XX.
El primer avance fundamental se dio el día en que el hombre que removía la tierra golpeándola con una herramienta tipo azada decidió avanzar con ella introducida en el suelo venciendo la fuerza de tiro. Nació así el arado en un tiempo indeterminado de la prehistoria.
Esa primera máquina y las pocas que en muchos siglos después se diseñaron para trabajar la tierra estaban accionadas por esfuerzo muscular, ya fuera el del hombre o de los animales de tiro. El siguiente paso decisivo, que libra al hombre de la necesidad de contar con fuerza muscular para trabajar el campo, se dio al aplicar a la agricultura la energía generada por motores que consumen combustibles. Aunque a lo largo del siglo XIX se construyeron máquinas de vapor estacionarias denominadas locomóviles que, mediante un juego de cables y poleas, conseguían tirar de los arados, su uso fue escaso y los agricultores no se libraron de seguir con su collera de mulas o yunta de bueyes. Sin embargo, la construcción del primer tractor con motor de combustión interna, debida a Froelich en 1892, marca el inicio de la actual tractorización. A partir de ese momento, tanto el tamaño de las máquinas como el de la superficie trabajada por un agricultor pueden crecer, porque es la energía desarrollada por un motor la que realiza los esfuerzos necesarios. Esta fecha de 1892 podemos considerarla el inicio del siglo XX en maquinaria agrícola.
Por último, en época reciente estamos asistiendo al empleo de dispositivos
electrónicos e informáticos en las máquinas, los cuales miden diversas variables relativas al trabajo que desarrolla, guardan la información en registros e, incluso, deciden cómo debe comandarse la máquina. No solo estamos liberados de realizar esfuerzos, sino también de mantener toda nuestra atención en el trabajo y tomar decisiones en función de las características del terreno, cultivo, etc. Estas técnicas, que a nivel de investigación y prototipo existen desde los años 90, marcan el inicio del siglo XXI en el que es de esperar que se difundan.
Por tanto, ya tenemos encuadrado el siglo XX como el periodo comprendido desde que el esfuerzo para trabajar la tierra deja de ser muscular hasta que el cerebro que toma las decisiones podrá dejar de ser humano.